jueves, 31 de enero de 2008

El paraíso de Borges...y el mío

Creo que una de las cosas más trascendentales que me han pasado fue descubrir la biblioteca de mi pueblo. Hoy, por casualidad, encontré este viejo texto (que debí escribir hace como diez años) que a continuación os transcribo:
Un día llegué a aquella biblioteca, caminando como hipnotizada, y nunca más he dejado de ir ni a ésa ni a otras que he conocido después.
Cada vez que iba a elegir un libro me disponía a cumplir un rito, toda una ceremonia. Entre las viejas estanterías llenas de polvo (más tarde he pensado que esto dice mucho de un pueblo) estaban todas las posibilidades de la vida.
Elegir un libro no era una decisión vacía , sino una tarea que requería horas de estudio, consciente yo de que era una elección trascendental, porque dependiendo de la historia seleccionada así discurriría mi vida mientras se prolongase su lectura. Al sacar un libro yo orientaba cómo quería que fuera mi vida, al menos por unos días. Uno podía decidir entre vivir como una heroína romántica, o como un príncipe confuso, o como un inspector en las calles del Madrid de los años cincuenta...
Pienso, todavía hoy , que ésta es una de las pocas posibilidades de libertad que la vida nos ha concedido : la de vivirnos a nuestro antojo en nuestra imaginación.

martes, 29 de enero de 2008

¿La poesía es un arma cargada de futuro?


En 1955 Gabriel Celaya publicaba Cantos Íberos, obra que contiene su famoso poema-manifiesto La poesía es un arma cargada de futuro.

Ha pasado medio siglo desde aquellas tremendas palabras , los propósitos, quizás demasiado idealistas y un poco dogmáticos ( recordemos que “maldice” toda poesía pensada como bella si no es una útil herramienta), han quedado un poco pasados y olvidados, pero tal vez es el momento de rescatar algunas ideas, adecuándolas a los tiempos, haciendo una nueva lectura de lo mismo que es , al fin y al cabo, de lo que vive la Literatura, de un incesante reciclar de temas.

Pensemos ya no sólo en la poesía como arma de carácter político contra la opresión, sino en un arma de conocimiento, en un arma contra aquello que nos impida ser, conocernos y vivir de acuerdo a como somos y a como nos conocemos. Si Gabriel Celaya gritaba a favor de los ciudadanos, quizás sea el momento de hacerlo a favor de las personas, que antes de ser ciudadanos son, y han sido personas.

Desde luego, la poesía no tiene porqué ser útil, porque, como todo arte, tiene su función en sí mismo, el placer que nos produce tiene su mayor justificación en ese mismo placer que nos produce su contemplación, su lectura y nada más. Si queremos cosas útiles busquemos tuercas y tornillos, lavadoras y sacacorchos que sí son objetos muy útiles...pero son tan feos...Claro que la nueva lectura que hagamos tiene que ser equidistante de los dos extremos que “azotan” la poesía: la utilidad más panfletaria y el juego más vacío. Pero incluso esa poesía del ars gratia artis que algunos condenan por vacía (que, en realidad no lo es, porque ninguna “buena poesía” puede estar vacía si pensamos que responde a unas necesidades comunicativas) no deja de ser un arma cargada de futuro.

Sí, un arma cargada de futuro. La poesía es uno de los múltiples cauces que a lo largo de la historia ha elegido el hombre para comunicarse con sus semejantes, como la música, la pintura, la escultura...Sigue siendo un arma en potencia porque nos quedan muchas facetas por explorar, sigue estando en potencia y , en realidad, siempre lo estará, porque es inagotable.

Estudiar poesía, comprenderla y amarla es ahondar en este proceso de comunicación que dura toda nuestra vida. Toda poesía supone un tremendo esfuerzo de comunicación. Tremendo, porque es la poesía el único medio útil para comunicar una realidad interior contradictoria, difícil y difícil de sistematizar, y, a pesar de todo, el poeta consigue hacernos partícipe de sus sentimientos.

Además de un “artículo de primera necesidad” (aunque algunos realitísimos, banquerísimos, politiquísimos y juecísimos señores no piensen lo mismo) la poesía es una necesidad de la propia palabra. El hombre creó la palabra porque necesitaba comunicarse con sus semejantes para cazar, aparearse...Más tarde creó la poesía porque tal vez necesitaba decir cosas bonitas y empezó a dedicarle cancioncillas a los animales que cazaba, poemas laudatorios a los grandes héroes colectivos, versos de amor a las mujeres con las que se apareaba, a su vez estas mujeres dedicaron preciosas y dulces nanas a los niños que parían...y estoy segura de que en algún momento de nuestra evolución de pronto todo se llenó de poemas, casi sin querer. De ahí en adelante la poesía fue una necesidad de la propia palabra, un mecanismo para autoennoblecerse.

Hay por ahí un viejo proverbio que dice que no valoramos algo hasta que no lo perdemos. Triste, pero cierto. Imagínate, ¡Oh, tú, distraído lector! El destino adversísimo al que se vería abocada la palabra si dejáramos de leer y de escribir poesía: ¿pasaría a ser un instrumento con valor retórico con el que nos maltratarían los políticos en sus campañas a favor de constituciones y con sus planes soberanistas?, ¿Sería un ripio chillón en esas canciones veraniegas con las que nos acosan chicas de goma en bikini y chicos de carne prensada, que por fortuna ahora están invernando, pero que amenazan con volver como cada verano?

Por lo que llevamos dicho, podemos deducir que tan “enemigos” de la poesía son esos que pretenden cambiar el mundo a golpe de endecasílabo (aunque es una tarea mucho más sana que los que pretenden lo mismo a fuerza de bombas), como esos realitísimos señores que la critican por su inutilidad, por juzgarla tarea de románticos trasnochados que ponen de vez en cuando un ramito de violetas en la estatua de Bécquer.

Parece que hay algunos que están empeñados en medir las cosas, en sumar y en restar, en cerrarnos las murallas, en decir que los versos que no riman son malos y en hacernos creer que sobre nuestra vida hay un techo de cristal que nos impide mirar hacia arriba, aspirar a más.
Ante los que nos obligan a que nos conformemos con una pseudo vida de “muchacha típica“ con su telefonía móvil y sus mal llamadas “revistas del corazón”¿Por qué no anteponer una vida verdadera, una vida con valores y poesía? Y es que muchas veces es bueno que no aprendamos de lo que se nos está enseñando.

Les pese a quien les pese, la poesía seguirá siendo “un arma cargada de futuro”, quizás al servicio de pocos, porque pocos son los que la leen. Un arma potentísima, porque nos hace comprendernos y comprender, y nos hace disfrutar. Es la varita mágica que hace cosas tan maravillosas como cantar la opresión de los gitanos en romances, o acercar el alma al Amado con una escalera de liras. No hay nadie más “peligroso” y más libre que aquél que sabe quién es y sueña poesía. . . entonces no habrá sol que derrita las alas, ni sirenas que hagan naufragar las naves.

viernes, 25 de enero de 2008

Galería de personajes ilustres: Raffaella Carrá


Queridos amigos...

me encanta Raffaella Carrá, no puedo negarlo ni ocultarlo por más tiempo. Supongo que todo el mundo tiene un lado oscuro, el mío es éste. Digo yo, que ya es hora de confesarlo, ¿no? La mayoría de la gente abre blogs para contar este tipo de cosas que le atormentan...Pues eso, ya lo he dicho, me encanta Raffaella, y a menudo tengo que ocultarlo.

Y lo digo no sólo porque de pequeña no me perdiera ninguna de sus apariciones en televisión ( de hecho, uno de mis sueños infantiles era que llamara a casa en uno de esos programas en directo, que yo descolgara el auricular y dijera eso de Hola Raffaella...pero nunca pasó); no sólo porque me pasara las horas muertas imitando su famoso movimiento bajacabezasubecabezapelorubiooxigenadoespló; no sólo porque con diez años le mandara mogollón de cartas para conseguir un autógrafo (que recibieron mis otras dos amigas, para colmo, menos fanáticas que yo); no sólo porque me supiera sus canciones al dedillo y con doce años hiciera un playback en el colegio cantando aquello de Para hacer bien el amor hay que venir al sur (con el consiguiente escándalo público, ya que un grupo de madres cuyo credo no comulgaba con la temática erótico-festiva de la canción no vio apropiado que una niña de mi edad animara al respetable a la cópula desenfrenada en mi pueblo del sur, precisamente); no sólo porque tuviera mi cuarto empapelado de fotos de ella que recortaba de las revistas; no sólo porque me las viera y me las deseara para buscar su cedé Tutto Raffaella en Italia, que estaba descatalogado y tuvieran que pedirlo a la casa discográfica ( al fin lo tengo, como oro en paño); no sólo porque una vez, en una discoteca de ambiente de Límena un grupo de gays, al verme bailar en plan éxtasis total su canción En el amor todo es empezar, me subiera (literalmente) en uno de esos cubos donde se suben las gogós a bailar, sino porque también es una de las filósofas más influyentes de las últimas décadas...Sí, lo digo con conocimiento de causa, basándome en su extensa y coherente discografía.

A continuación hagamos un breve recorrido por algunos de sus temas más famosos donde esta filósofa de la postmodernidad expone sus principales ideas.

Raffella Carrá es pacifista: donde no hay odio ni guerra el amor se convierte en rey.

Raffaella Carrá es hedonista: por si acaso se acaba el mundo todo el tiempo he de aprovechar.

De hecho, muy conocido es ese estribillo en el que hace un llamamiento al cumplimiento del tercer mandamiento (Santificarás las fiestas) : Fiesta, qué fantástica, fantástica esta fiesta.

Raffella Carra hace un llamamiento a la promiscuidad: tuve muchas experiencias y he llegado a la conslusión que, perdida la inocencia, en el sur se pasa mejor.

Raffaella Carrá es defensora de la infidelidad: sin amantes ¿quién se puede consolar? sin amantes, esta vida es infernal.

Por contra, Raffaella Carrá también cree en la confinza en la pareja: Si él te lleva a un sitio oscuro, que no te asuste la oscuridad.

Raffaella Carrá es optimista: Y si te deja no lo pienses más, búscate otro más bueno, vuélvete a enamorar.

Raffaella Carrá aboga por la tolerancia: venceremos resistencias para amarnos cada vez más.

Raffaella Carrá apuesta por la entrega total en la pareja: Yo le dije si no estás tú, ¿Qué voy a hacer si no estás tú?

Raffaella Carrá es partidaria de las mentiras piadosas: Y he sabido que es peligroso decir siempre la verdad

Raffaella Carrá apuesta por la prudencia al empezar una relación: Sí, un día te has sentido enamorada...no, no digas que lo quieres, cállalo.

En fin, por la expresión de este pensamiento que influyó decisivamente en la España postfranquista y cuyas huellas pueden rastrearse en la actualidad, Raffaella Carrá merece ser quien inaugure esta galería de personajes ilustres.

En sucesivas entregas irán apareciendo personajes del panorama internacional que cambiaron decisivamente el curso de la Historia.



martes, 22 de enero de 2008

EXEMPLO LII. De lo que conteció a una Erasmus que era muy despistada y confiada.


Un día hablaba el conde Lucanor con Patronio, su consejero, y contábale su hacienda de esta manera:


-Patronio, loado a Dios, yo tengo por bien aprender de las lenguas más en la calle que en academias y lugares de gente docta porque entiendo que es en la calle donde uno encuentra las palabras más en su vida real y aprende no sólo lo que se lee, sino también lo que se habla.


-Señor Conde Lucanor-dijo Patronio- mostráis razón y discreción en vuestro decir , pero para que vos hagades en este fecho lo que a vos más os cumple, plazerme ía mucho que sopiésedes lo que aconteció a Cris una vez que estudió en Italia.

Y como rogase el conde que dijese cómo fuera aquello, Patronio le dijo:

Estando de Erasmus en Italia, esta gallarda moza, escuchaba en la calle, en su piso de sus compañeras, en el café donde diariamente le servían un exquisito capuccino o uno spritz col'Aperol, per favore, en el autobús, en el mercado donde compraba la fruta y la verdura los sábados por la mañana, en clase con sus compañeros (que la trataban como la guiri que era) , de los rumanos que le vendieron una bici robada (cuyo dueño reconoció por la calle y estuvo a punto de denunciarla)...una expresión que asumió mecánicamente pero que nunca se le ocurrió preguntar qué significaba.

La expresión en cuestión era : Non capisco un cazzo!

Cualquiera que tenga un poquillo de culturilla general, fácilmente intuirá que significa algo así como que no entiendo. Pero ¿ qué es cazzo?

Pues bien, en su pueblo del sur de España, un cazo es un cucharón grande con el que su madre saca la sopa, también es una olla pequeña. Ella, despistada e inocente , con un criterio de lingüística comparada nefasto y confiando en eso que nunca debe confiarse cuando se aprende otra lengua que es en un falso amigo (false friend que se llama en la jerga) nunca pensó que el inofensivo cazo de su pueblo con el que su madre sacaba la sopa del puchero los domingos tuviera en el norte del país de Raffaella Carrá ( que Dios la conserve muchos años) un significado tan distinto.

Ocurrió que, yendo a hacer un examen oral, la profesora que iba a examinarla empezó a recitarle largos versos de la Divina Commedia para que ella fuera haciéndole una localización de dónde se ubicaban dichos versos en el conjunto de la obra (canto, anillo, etc. ) a lo que la pánfila Cris respondió:

- Mi scusi professoressa ma non ho capito un cazzo, potrebbe lei releggere? ( Perdone profesora, pero no he entendido, ¿podría releerlo?)

La profesora tornó la color de su gesto y miró a la alumna entre irritada e incrédula. No significaba cazzo lo que la alumna pensaba ( bueno, más bien, Cris nunca se preguntó qué podía significar aquello). Cazzo era la manera más vulgar de llamar en italiano al miembro viril (vamos, lo que vendría a ser polla en español, sin perdón que así se llama que diría Cela).
Se comprende así la mudanza en la color de la profesora ( que tuvo a bien sacarla de la duda para que no fuera por ahí diciéndole a todo bicho viviente "No me he enterado de una polla" y se quedara tan pancha ).

Y el conde tuvo que era verdad esto que Patronio le dijo y puso en su corazón de hacerlo así y ser precavido en su proceder. Rogó a Dios que guardase a él y a todos sus amigos de tal equivocación.

Y entendiendo don Johan que éste era buen ejemplo, hízolo escribir en este blog e hizo estos versos que dicen así:


Lo que en la calle escuches decir,
entiéndelo, antes de repetir.

viernes, 18 de enero de 2008

Sucede que me canso de ser hombre


Decía Neruda esto, que se cansaba de ser hombre...hoy he entendido qué quería decir.




Me pasa con Neruda, o con César Vallejo o con cualquier otro poeta que he leído y en principio no he comprendido muy bien, que, de pronto, un día desayunando, por ejemplo, te viene uno de sus versos a la cabeza y lo ves tan claro, lo entiendes tan bien todo...O en una conversación ¡zas! aparece un endecasílabo, o un verso libre y sintetiza justo lo que querías decir.


Poco antes de las 9 e la noche, camino de la estación, una multitud anónima marchita, impenetrable se precipitaba azarosa por las aceras. Pero aquello no tenía nada de manifestación, era un acto absolutamente pasivo, servil casi. La gente cerraba sus oficinas, era vomitada por edificios enormes y parecía dejarse llevar por la corriente humana que pretendía desembocar en la estación de trenes, era como un acto de sumisión. Como alguien dijo por ahí, podría decirse que no éramos personas, éramos simplemente, gente, una colectividad absolutamente anónima. Criaturas subterráneas que no ven la luz del sol, que salen cuando aún no ha amanecido y vuelven a casa cuando oscurece. No quiero continuar de raíz y de tumba.


Yo iba dentro de esa multitud que no se manifestaba y no era menos anónima que cualquiera de ellos. Aquella lenta procesión tenía algo de desfile fúnebre, era muy triste, todos caminábamos cansados, deseosos de llegar a casa y ducharnos y ponernos el pijama y quitarnos ese unifome civil que nos ponemos para salir a la calle. Tirarnos en el sofá, en la cama y tener un descanso de piedras o de lana. Éramos sombras, éramos lentas lágrimas sucias.


Mientras esperaba en el banco de la estación (habría que agradecer a Renfe sus retrasos diarios: ha creado tal número de lectores y melómanos que yo hablaría de la existencia de una conspiración entre las empresas editoriales y discográficas y Renfe) pensé en este verso de Neruda. Observaba a una mujer gitana no mucho mayor que yo cargada de hijos, dándole vueltas a un receta médica hasta que comprendí que no sabía leer. No quiero para mí tantas desgracias.


Miré a un anciano que intentaba subirse a un cercanías mientras una multitud ajena se abalanzaba con ese último rescoldo de brío que queda a las 9 de la tarde cuando se regresa a casa tras una agotadora jornada de trabajo. Sucede que me canso de mis pies y de mis uñas.


Un señor orondo con cara de Ronald McDonalds gritaba a mi lado por teléfono, se notaba que era un señor con autoridad, se notaba que al otro lado de la línea algún secretario o subalterno debía alargar un rato más su jornada laboral. Mientras gritaba, su papada de cheesburger se agitaba y una vena obstruida de royal deluxe se le marcaba en su frente de payaso. Sería delicioso asustar a un notario con un lirio cortado.


Sentía mi cara de cansada, de cárcel, comparable a la de todos los que me acompañaban en ese último vagón del último tren del día y me sentía absolutamente vulnerable. Algunos se habían quedado dormidos y casi nada se escuchaba. Algunos leían periódicos de la mañana que parecían prematuramente viejos. Los mismos, los de siempre aparecían en primera plana hay espejos que debieran haber llorado de vergüenza y espanto.


El revisor pasó lento, como arrastrándose y todos hacíamos el mismo movimientos mecánico para mostrar nuestro billete. Todo aquello era una tremenda pesadilla, entonces comprendí qué quería decir Neruda... Sucede que me canso de ser hombre.

martes, 15 de enero de 2008

Otra vez la educación...


Con la educación pasa como con el fútbol o la política: que todos tienen algo que decir y que opinar ( ojo, y eso está muy bien) pero una tiene que escuchar cada cosa que se le ponen los pelos como escarpias.

Que si las reformas educativas (constantes, absurdas: señores políticos, dejen de usar la educación como arma arrojadiza, dejen que madure algo, si quieren entretenerse hablen del himno y esas cosas),
que si el informe PISA,
que si los jóvenes de hoy son peores que los de ayer pero mejores que los de mañana (yo creía que mi generación era la peor del mundo, vamos, que éramos como Atila, que íbamos a extinguir la especie),
que si la ESO es una porquería que el BUP era mejor ( creo haber escuchado lo mismo con respecto al sistema anterior cuando yo cursaba el BUP),
que si la culpa la tienen los ordenadores y la tele,
que si los padres pasan de los niños,
que si los profes siempre están de vacaciones...

Vamos, es que hasta da pereza seguir.

Yo, como opositora, y futura docente (deo volente), tengo mi visión, como no podría ser de otra manera y os la paso a explicar.

¿Qué pasa con el fracaso escolar? ¿Pero de verdad podemos llamar fracaso escolar a que el 100% de los menores de 16 años estén escolarizados? ¿Les cuento qué tasa de escolarización había hace, por ejemplo, 30 años, o cuando yo estudiaba el BUP y el COU? Eso no puede ser un fracaso.

Pero si puestos a hablar de fracaso estamos ( porque nos mola ser fatalistas, agoreros, hacer autocrítica en plan "siempre estamos los últimos menos cuando se habla de fiestas y litros de alcohol por persona y año"), ¿ Por qué no hablar de un fenómeno generalizadao, de un fracaso social? Creo que ha habido un problema en la transmisión de valores en los últimos años, ése es el verdadero fracaso: que se valoren más los bienes materiales que los espirituales o culturales, que hablar de disciplina suene a fascismo, que hablar de esfuerzo suene a martirio anacrónico, que se prefiera un minuto de gloria en televisión gritándole a María Patiño ( vena en cuello) antes que una charla, y no hablemos de un libro...Entonces pasa cuando la escuela deja de ser algo totalmente fuera de sus intereses, y, por ende, el profesor. Ambas cosas están tan lejos de los valores que se ponderan...

¡Cómo va a preocuparse un chaval de coger un libro si la experiencia diaria le dice que no es necesario para triunfar a la vista de los valores que imperan! ¡Cómo va a respetar un turno de palabra si lo más parecido a un debate que conoce es el de Dolce Vita! ¡ Cómo va a respetar al profesor si seguro que los padres lo ponen como los trapos! ¡ Cómo va a continuar sus estudios si el consumismo en el que se ha criado le ha originado tal cantidad de necesidades que es preciso satisfacer cuanto antes mejor y por ello cuanto antes se trabaje (de lo que sea, lo importante es ganar dinero), mejor! La escuela no es más que un microcosmos, lo que se ve en las aulas es un síntoma de lo que está pasando...y culpables somos todos, y, en muchos casos, ellos no son más que víctimas del mundo que se les ha dejado.

Y luego viene la desmotivación...con esos métodos del siglo XIX que no saben enganchar a unos alumnos sobreestimulados ¡¡se han criado con la tele, la play, el youtube!! ¡Cómo van a aguantar que yo llegue y les suelte en plan exposición total, una hora hablando sin parar, las tres mil hipótesis de autoría del Lazarillo de Tormes! ( ah, no, quita, que ya se sabe quién lo escribió )
Ay, pero la cultura hecha como Dios manda es la cosa más divertida y entretenida del mundo. Dice Joaquín Sabina que si les hubiésemos dicho a los chavales que El Quijote es un libro de chistes de Lepe en lugar de lo que le hemos dicho, otro gallo hubiera cantado...y tanto, digo yo.

domingo, 13 de enero de 2008

Me basta así

Ayer murió Ángel González, magnífico poeta asturiano. La verdad es que yo lo descubrí hace poco, sólo unos 5 ó 6 años, en un disco que editó Pedro Guerra con sus poemas llamado " La palabra en el aire". Recojo aquí uno de ellos, a modo de pequeño y humilde homenaje.

ME BASTA ASÍ

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida, resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta).

miércoles, 9 de enero de 2008

DONDE SE CUENTA EL BUEN SUCESO DE LA HOJA DEL ÁRBOL QUE LA VALEROSA CRISTINA TUVO EN LA ESPANTABLE Y JAMÁS IMAGINADA AVENTURA CON EL VESTIGLO DE LITER

Nota aclaratoria preliminar: entono el mea culpa porque en esa ocasión creo que me excedí un poco en originalidad.

Verán ustedes, a mí en los exámenes me gustaba concluir con un verso, un poemilla, parafraseando a alguien...etc., para que el profe en cuestión, justo antes de volver a la primera página para poner la nota, pilot rojo en mano, tuviera un gustillo amable en los labios y se decidiera, finalmente, a ser dadivoso.

A algunos esta iniciativa les parecía simpática, otros la ignoraban ( los sosos de siempre), pero uno, sólo uno me castigó públicamente por ello.

Corría mi tercer año de Filología, el otoño estaba en pleno apogeo y el patio de la facultad estaba alfombrado por esa maravilla de hojas marrones que caen de los árboles que es una bendición. Examen de Literatura comparada, E. T. S., el mayor vestiglo que los siglos han conocido, alumna que coge una hoja y después de un examen con el que disfrutó porque era poco menos que "tema libre sobre poesía clásica" se le ocurre incluir una coda final en plan poética decadente romántica ( romántica de Romanticismo, no de Bustamante lacrimógeno) e introduce la hoja seca entre los folios del examen. Sí, era muy arriesgado, pero si no haces este tipo de cosas con 20 años es que no te corre sangre por las venas.

Acto seguido, le entrego el examen y ¡horror! el vestiglo lo despliega y la hoja cae al suelo. Esa posibilidad no la había barajado yo...mal empezamos.

Yo me había imaginado al vestiglo en una escena amable delante de una chimenea, fumando pipa y ¡¡oh albricias!! al abrir un examen de una gallarda alumna cae una hoja otoñal y enternece su tierno corazón de bestia incomprendida, pero no.

Yo iba por el pasillo para salir del aula cuando oigo que me llama. Hago que no me entero y echo a correr por los pasillos en plan peli de Hollywood llevándome, entre otros, al secretario por delante.

En mi paranoia persecutoria me meto en el baño y, una que ha visto mucho cine de prófugos y tal, me subo en el váter porque yo, ya digo, en mi manía persecutoria, pensaba que el vestiglo me había seguido hasta el baño y me subí para que no viera mis pies, jejejej, imagínense qué cuadro.

Pues ahí debí llevarme unos 10 minutos (el tiempo de un cigarro nervioso), para después salir, todavía atemorizada por otra puerta distinta y pensando que mi vida en aquella facultad había terminado, que a partir de entonces los pasillos serían un lugar peligroso, que tendría que vivir emparedada como esos republicanos tras la Guerra Civil. Ni que decir tiene que mis compañeros de clase me dijeron que el vestiglo había visto la hoja, pero no había dicho nada, que estaba loca, que qué hacía. Madre mía, y lo peor era que tenía que volver a clase...

A los pocos días vuelvo, ilusa de mí, todavía dándole al vestiglo el beneficio de la duda porque es que muchas veces peco por pánfila y por pava. Me siento en la última fila en plan discreto y cerca de la puerta por si tenía que volver a hacer otra escapada in extremis. Y el vestiglo que tiene dos ojos y mide metro y medio, pero para mí es peor que el Polifemo de la fábula de Góngora me mira.

Me tiembla todo el cuerpo y empieza a decirme mil cosas jamás vistas ni oídas por oído humano que las resistiera sin pestañear: que iba de romántica trasnochada por la vida y eso no se llevaba ya, que debía aprovechar mi educación y los impuestos que costaba en lugar de ir sonando violines y arpas, que me dedicara a cosas más serias o si no, que dejara lo que estaba haciendo y me fuera a casa que seguro que allí era más útil, que esas tonterías no debía hacérselas a él que era un hombre serio y catedrático de no se qué, que qué había pretendido metiéndole esa hoja en el examen ( por cierto, enseñó el cuerpo del delito, porque aún lo conservaba) y esgrimía la hoja acusatoria señalándome y yo debía estar rojísisma de vergüenza y todo el mundo callaba absolutamente mientras duraba mi rapapolvo y la voz de cíclope furibundo resonaba en aquel aula y las bóvedas me la devolvían como reduplicaba lo que acenuaba aún más la sensación tremebunda.

Fue una clase eterna.

Pensarán ustedes que escarmeneté con este episodio y dejé de hacer cosas de este tipo...no, afortunadamente no.

martes, 8 de enero de 2008

Nos vamos de peluquería

Querido auditorio,
ayer fui a la peluquería.
Todo quedaría en un acontecimiento sin trascendencia si no fuera por lo peculiar que fue mi visita al peluquero. En fin, que pedí cita y ayer fui a empezar el año nuevo con un nuevo look.
Miren uestdes, nada más llegar, me encuentro a un tío tremendo de buenorro (¡¡¡era el peluquero, dios mío!!!) y me da paso a un antro un poco extraño, yo desde fuera hubiera pensado que era un bar o algo así, pero, no, era la peluquería. Nada más sentarme irrumpe en el local una señora de unos 60 años y empieza a bailar la música machacona que el peluquero buenorro tenía (ésa típica que te ponen en Bershka y demás) luego se agacha me coge la cabeza entre las manos y me da dos besos diciendo: "qué niña más mona, Andrés, anda que te puedes quejar" Yo no entendía nada, así que sonreía como una gilipollas pa caer bien.
Cuál fue mi sorpresa cuando al salir, me dice Andrés (el peluquero, porque ya sabemos cómo se llama) que ésa era una puta de toda la vida de la Alameda que se había retirado hacía poco. Su historia era espeluznante: al parecer, con 16 años se quedó huérfana y con 7 hermanos a su cargo porque era la mayor, así que se metió a la prostitución y ahí estuvo 30 años. ¡Qué fuerte! Si el año que viene saco plaza y tengo tiempo, la voy a buscar pa que me cuente su vida y escribir un libro.
Así que parecía que por fin me iba a pelar cuando el tío se saca un porro tremendo y me lo ofrece. Yo, amablemente, lo rechazo y el tío empieza a mojarme el pelo con un spray (al parecer allí no lavan el pelo antes de pelar) mientras se fuma ese porro. Al rato, entra un tío to corgao comiéndose un bocadillo de tortilla con unos botellines, cierran las cortinas, me aparcan y empiezan a dar cumplida cuenta de los porros y los botellines. Me arrepentí de haber rechazado la fiesta que se había montado, ahora yo estaba sentada en una silla rosa chicle, mirándome el careto en el espejo con el pelo chorreando, mientras que el peluquero y el del bocata se partían de la risa con su porro y sus botellines, jajaj.
Bueno, por fin parecía que me iba a pelar. Entonces, abre las piernas, extiende los brazos y empieza a dar unos tijeretazos muy raros cogiendo mechones sin una orden aparente, en plan peluquero loco, en plan Eduardo Manostijeras ¿os acordais? Empieza a explicarme lo que va a hacerme pero yo a mi pelo lo veo mu raro, ¿sabéis? como que solo me pela por un lado y por otro no, que me deja mechones más largos junto a otros mu cortos...entonces saca unas tijeras muy raras (según él corta un pelo sí y otro no) y ME CORTA FLEQUILLO, madre mía, odio los flequillos.
Di un respingo y le dije que no, pero él (porro en la izquierda, tijeras en la derecha) me dice que con esas tijeras no se me va a rizar el flequillo y que como está cortado al sentido contrario del nacimiento de las ondas de mi rizo no se va a rizar (?) ya veremos.
Ahora tengo un miniflequillo de ésos que se cortan las niñas malas cuando son pequeñas . En fin, entonces entró un marroquí y le dijo que la novia lo había dejado, luego entró un hippy to lleno de agujeros con un perro del tamaño de siete perros y se sienta a mi lado mientras el perro (que olería en mis pantalones los refregones de la perra de mi vecina que está en celo) no dejaba de chuparme los pies. En fin, un cuadro.
Así, termina el pelado, me miro en el espejo...no sé, no me ubico, qué raro, mu moderno pa mí, ¿no? mu arriesgado, pero llega un mendigo pidiendo y le encanta. Entonces el coro de personjes de la peluquería: el peluquero buenorro, el hippy de los pendientes y su perro, el corgao del bocadillo, el marroquí soltero, el mendigo...todos empiezan a alabar mi nuevo look y salgo un poco confusa de allí pensando que ahora todos los parias de la sociedad me van a tirar los tejos.

jueves, 3 de enero de 2008

Vivir, fingir...tal vez soñar

Muchas veces, uno se encuentra con pequeños hallazgos en forma de poemillas, de frases lapidarias que alguien tuvo la fortuna de decir un día y quedaron ahí, como verdades tremendas.

No hay nada nuevo bajo el sol (incluso esta frase ya tiene sus siglos), todo lo que decimos, ya lo dijeron otros antes ( y, probablemente mejor), se trata de releer, de reescribir (como Pierre Menard).

Que digan que el amor es un invento reciente, y puede que tengan razón, pero qué bien se fingía antes, ¿verdad amigo Pessoa?

¿ Se escribe mejor cuando se siente? ¿ Se escribe mejor cuando se hace fríamente desde la cabeza y no desde el corazón? ¿ Se escribe mejor desde el recuerdo-evocación, como decía Bécquer? Ah...chi lo sa?

Ovidio habló de las artes de amar, en La Celestina se enumera los síntomas del enamorado, Quevedo fue uno de los más sublimes poetas de amor...y miren qué decía Tirso de Molina en el siglo XVII :

No hay criatura sin amor,
ni amor sin celos perfecto,
ni celos libres de engaños
ni engaños sin fundamento.
Para ser algo fingido...qué cerca estaba el fraile.