viernes, 18 de enero de 2008

Sucede que me canso de ser hombre


Decía Neruda esto, que se cansaba de ser hombre...hoy he entendido qué quería decir.




Me pasa con Neruda, o con César Vallejo o con cualquier otro poeta que he leído y en principio no he comprendido muy bien, que, de pronto, un día desayunando, por ejemplo, te viene uno de sus versos a la cabeza y lo ves tan claro, lo entiendes tan bien todo...O en una conversación ¡zas! aparece un endecasílabo, o un verso libre y sintetiza justo lo que querías decir.


Poco antes de las 9 e la noche, camino de la estación, una multitud anónima marchita, impenetrable se precipitaba azarosa por las aceras. Pero aquello no tenía nada de manifestación, era un acto absolutamente pasivo, servil casi. La gente cerraba sus oficinas, era vomitada por edificios enormes y parecía dejarse llevar por la corriente humana que pretendía desembocar en la estación de trenes, era como un acto de sumisión. Como alguien dijo por ahí, podría decirse que no éramos personas, éramos simplemente, gente, una colectividad absolutamente anónima. Criaturas subterráneas que no ven la luz del sol, que salen cuando aún no ha amanecido y vuelven a casa cuando oscurece. No quiero continuar de raíz y de tumba.


Yo iba dentro de esa multitud que no se manifestaba y no era menos anónima que cualquiera de ellos. Aquella lenta procesión tenía algo de desfile fúnebre, era muy triste, todos caminábamos cansados, deseosos de llegar a casa y ducharnos y ponernos el pijama y quitarnos ese unifome civil que nos ponemos para salir a la calle. Tirarnos en el sofá, en la cama y tener un descanso de piedras o de lana. Éramos sombras, éramos lentas lágrimas sucias.


Mientras esperaba en el banco de la estación (habría que agradecer a Renfe sus retrasos diarios: ha creado tal número de lectores y melómanos que yo hablaría de la existencia de una conspiración entre las empresas editoriales y discográficas y Renfe) pensé en este verso de Neruda. Observaba a una mujer gitana no mucho mayor que yo cargada de hijos, dándole vueltas a un receta médica hasta que comprendí que no sabía leer. No quiero para mí tantas desgracias.


Miré a un anciano que intentaba subirse a un cercanías mientras una multitud ajena se abalanzaba con ese último rescoldo de brío que queda a las 9 de la tarde cuando se regresa a casa tras una agotadora jornada de trabajo. Sucede que me canso de mis pies y de mis uñas.


Un señor orondo con cara de Ronald McDonalds gritaba a mi lado por teléfono, se notaba que era un señor con autoridad, se notaba que al otro lado de la línea algún secretario o subalterno debía alargar un rato más su jornada laboral. Mientras gritaba, su papada de cheesburger se agitaba y una vena obstruida de royal deluxe se le marcaba en su frente de payaso. Sería delicioso asustar a un notario con un lirio cortado.


Sentía mi cara de cansada, de cárcel, comparable a la de todos los que me acompañaban en ese último vagón del último tren del día y me sentía absolutamente vulnerable. Algunos se habían quedado dormidos y casi nada se escuchaba. Algunos leían periódicos de la mañana que parecían prematuramente viejos. Los mismos, los de siempre aparecían en primera plana hay espejos que debieran haber llorado de vergüenza y espanto.


El revisor pasó lento, como arrastrándose y todos hacíamos el mismo movimientos mecánico para mostrar nuestro billete. Todo aquello era una tremenda pesadilla, entonces comprendí qué quería decir Neruda... Sucede que me canso de ser hombre.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué duras son algunas cosas pero lo resultan menos si se convierten en una pequeña historia, en algo que nos recuerde otras palabras: nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Un beso y hasta luego.

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Has relatado de una manera preciosa, lo cansado que puede resultar a veces el día a día. Espero que llegaras y te tiraras al sofá o la cama y descansaras.
Por cierto, Neruda fue un señor muy sabio, que sabia decir las cosas de manera muy sabia.
Besos

Manenes dijo...

Sucede que cuando entiendes, las piezas encajan.

Eso es lo que sucede.

Felicidades por tu blog y gracias por la visita.

B7s

Anónimo dijo...

Pablo Neruda, un viajero de sí mismo, es uno de mis poetas preferidos; quizás, porque es de la poca poesía que soy capaz de entender, en mi total ignorancia del tema...

..."Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche"...

Bito dijo...

Un post buenísimo en el que da una linda lección de como ir entendiendo la poesía. Escogió usted uno de los mejores, claro, con una poesía en exceso humana. Ya que estamos permitame recomendarle el "confieso que he vivido" autobiografía de Neruda que no sólo le hará entenderle más y tomarle cariño, sino que a través de sus palabras conocerá toda una generación de poetas como Lorca, Miguel Hernadez o Vicente A. Un buen libro que seguro encontrará en cualquier biblioteca.

Un saludo,

Dammy dijo...

Me encanta, me encanta, me encanta... la imagen que tienes de Dali, la de la foto de su hermana mirando por la ventana, de hecho tengo hasta una camiseta con esta foto... Ya verla "en directo" fue una pasada.

Un blogsaludo.

Sera Sánchez dijo...

Me gusta tu blog. Ya nos iremos viendo.

Un saludo

desahogandome dijo...

¡Pues no te canses por favor, por más razón que tuviera Neruda!

Saludos de un recién llegado.

Zafferano dijo...

Qué bonito lo has contado Cris, ahora me siento más cansada todavía, gracias a ti. No hay nada como la empatía!

Besotes!

Desesperada dijo...

qué fantástica manera de hilvanar versos con realidad, volviéndolos tan reales, tan cotidianos, tan cercanos. gracias

Desde mi Atalaya dijo...

Un logro lo que has hecho, has tejido historias con puntadas de versos, y lo has hecho maravillosamente bien. Enhorabuena.

Cariños,

Soraya

Desde mi Atalaya dijo...

Olvide decirte que me gusta mucho Cesar Vallejo y la dureza de sus poemas, me parecen tan humanos, tan reales.

Un abrazo,

Soraya